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martes, 17 de junio de 2008

Alicia en el País de las Maravillas




















Y así comienza el viaje onírico de Alicia. Para mí, en lugar de sueño maravilloso, terrible pesadilla...

Alicia empezaba a cansarse de estar allí sentada con su hermana a orillas del río sin tener nada que hacer. De vez en cuando se asomaba al libro que estaba leyendo, pero era un libro sin ilustraciones ni diálogos, "y ¿de qué sirve un libro -se preguntaba Alicia- que no tiene diálogos y dibujos?"


Ficha técnica: Alice's Adventures in Wonderland. A pop-up adaptation of Lewis Carroll's riginal tale. By Robert Sabuda. 2003
ISBN 0-689-84743-2

domingo, 8 de junio de 2008

Bici


Mi primera bici fue una Aurorita azul con rueditas. Mi hermana tenía una igual pero roja. Y así andábamos, gastando la vereda de la cuadra porque no nos dejaban bajar a la calle. Y después tuvimos que aprender a andar en serio, sin las rueditas, a mantener el equilibrio pedaleando rápido y el vértigo que se sentía al tener que frenar, y la manito que no alcanzaba el freno, lejos, detrás del volante, y el miedo a estrellarse contra el asfalto. Y entonces, venía la recompensa: la confianza de mamá que nos dejaba solas, miles y miles de vueltas a la manzana, con la calle para nosotras y tocando el timbre de la bici frenéticamente.
A los doce me moría de ganas de tener una bici de carreras, como la de Ivana M., era la época de los bicivoladores donde la moda era tener una bicicross. Y corrían veloces, pedaleando parados, el cuerpo más grande que la bici y dando saltos por el aire.
Nunca seguí la moda, así que yo continuaba con la ilusión de la bici de carrera y cuando íbamos a jugar a la casa de Ivana, ella nos la prestaba y entonces, andábamos por turnos. Iba rápido como un rayo esa bici, veloz, corría furiosa, más rápido que el viento de Bahía Blanca.
No se pudo. El médico le dijo a mi mamá que teníamos mala postura, escoleosis mejor dicho, y que nos recomendaba andar en bicis de paseo. Y así fue como recibimos de regalo unas lindas Mussettas, de color verde agua para mí, y lila para mi hermana. Lentas como una tortuga, pero con unos canastos blancos que eran una pituquería.