
La Billiken era más canchera. Pero a mí me compraban Anteojito.
Tardes de Caroso y Narizota, con deberes para el colegio de último momento. Búsqueda de "figuritas" sobre el ciclo del agua, animales de la pradera, o el 25 de Mayo entre pilas y pilas de Anteojitos. Y la sensación de la página áspera y rugosa, y los tonos un tanto opacos, como el papel de diario a color. Y el inevitable polvo finito y molesto que se juntaba en las páginas y cosquilleaba la nariz. Y entonces, había una que se sacrificaba, y al destriparla a tijeretazos quedaba la masacre de agujeros a la vista.