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sábado, 2 de abril de 2011

20 de mayo de 1982

La directora camina enérgicamente y hace aullar su silbato por toda la galería. La recorre una y otra vez para asegurarse que todas las aulas oyeron. La ventanas tienen los vidrios pegados con cinta adhesiva. En forma de cruces superpuestas, es por si estallan, para que queden pegados y no salgan los vidriecitos disparados. Es media hora antes del mediodía y comienza el simulacro de bomba.
Rápido, guardamos los útiles, jugando carreritas y felices por lo que se viene. Juntamos todas las mesas pegaditas en el medio del salón, hacemos como una  gran carpa de mesas, nos sentamos todos juntitos debajo, cuchicheando. La maestra por media hora nos cuenta cuentos.Para nosotros es como un recreo dentro de la clase. Y disfrutamos, felices en nuestro mundo de juegos. En nuestra  ingenuidad de segundo grado.
Y además, juntamos chocolates para los soldados, les escribimos cartas,y cantamos la canción de la propaganda de la tele, ésa que dice  ¨ hoy le escribí una carta a mi querido hermano, le puse que lo extraño y que lo quiero mucho, mamá me ha contado que el es un buen soldado que cuida las fronteras de la patria...¨
Todos los autos de la ciudad tienen forrados los paragolpes de papel de diario. Mamá hizo lo mismo con el de nosotros. Es para que los aviones ingleses no detecten  la ciudad desde el cielo. Y por las noches tapamos las ventanas con una frazada para que la luz prendida de los casas no se vea desde afuera.
 Entonces, Bahía Blanca queda a oscuras. Se hace invisible.
Mamá y Patri, mi hermana mayor, van por las tardes al hospital a llevarles torta, juegos y revistas a los soldados. Má se trajo a Telmo, un colimba cordobés, a vivir con nosotros por un tiempo. Él tiene 18 años y esquirlas en los ojos. Todavía no saben si va a quedar ciego. No le dieron el alta aún. Pero en el hospital no hay cama para él, puede caminar, y no está tan destrozado como los otros...