Páginas

domingo, 28 de marzo de 2010

View Master


El walkman es al equipo de música lo que el viewmaster es al proyector de diapositivas. Egoísmo e intimidad.





Mi tía Cholita y mi tío Francisco de uno de sus tantos fabulosos viajes nos trajeron de regalo el View Master. Esa especie de binoculares o caleidoscopio ordenado. Donde uno ponía los discos y gatillaba lento la palanquita para que se sucedieran las imágenes.
Y entonces uno tenía su propio cine en los ojos, en su cabeza. Y jugaba con la luz del sol y las transparencias de las fotitos. Las prendía o las apagaba con un rápido y mínimo movimiento. Y los colores cambiaban. O se opacaban con las sombras.
Teníamos dos historias de cuatro discos cada una: Superman y El Zorro. Además venía un disco extra de imágenes de Disney y animales exóticos.
Y los años pasan y sin querer, porque así es la vida, se van dejando atrás los juguetes. Y uno cambia la felicidad de esos objetos por nuevas amistades y experiencias. Y se sigue para adelante y no se retrocede. Y los juguetes se olvidan, se abandonan o se guardan.
El View Master, o el aparatito rojo, como le decíamos con mi hermana, desapareció. Sólo nos quedaron estos dos disquitos que ya forman parte de mi arqueología de la infancia.