

Crecí en un lugar donde la televisión dejaba de transmitir a la hora de la siesta. Calles desiertas...ciudad fantasma...
Tardes frías de invierno, los árboles mostraban sus esqueletos a través de la ventana, y con mi hermana nos acomodábamos en nuestros respectivos nidos para leer nuestros libros. Después los intercambiábamos; y hasta competíamos para ver quién leía más rápido. Largas "siestas" de verano en las que el libro nos había atrapado y demorábamos las horas para salir a jugar en la frescura del atardecer.
También recuerdo que la biblioteca del colegio se llenaba en el recreo, y nos daba vértigo elegir un libro en los pocos minutos que teníamos antes de que sonara la campana. Y todos queríamos el mismo ( el de Elsa Borneman o el de Elige tu propia aventura).
Muchos libros mimaron mi infancia, y fueron tantos que quise hacer una selección y no pude. Se me exprimía el corazoncito de pensar que dejaba a alguno afuera.
3 comentarios:
Yo pase todos los veranos de mi infancia sin tele a ninguna hora, puesto que no los pasaba en Buenos Aires.
Cada vez que habia que preparar las valijas, yo seleccionaba y apilaba cuidadosamente los libros que iba a leer durante los 2 meses, a la hora de la siesta, mientras esperábamos que mis viejos se levanten y podamos volver a la playa. Ademas ue esperaba que mi papa llegara (siempre nos ibamos con mi mama unos dias antes) porque de seguro traiga alguna revista, un patourucito o maflada.
En invierno no habia siestas porque habia deberes del cole en esas épocas.
Y si, era un poco triste saber que algunos se tenian que quedar.
me gustó mucho caer por aca...
nos estamos leyendo
ahora voy a leer caidos del mapa. un beso
VJ, muchas gracias por la visita!
Me encantó conocer tus vacaciones, de chica, a la hora de la siesta. Qué bonitos recuerdos! Un placer que lo hayas compartido en este rinconcito.
Anónimo: Agos, es un placer saber que seguís tan lectora como siempre.
Besotes!
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