No hay vereda del sol. Porque son ambas.
La sombra la hacen los árboles.
Y de noche es muy fácil ver Las Tres Marías y la Cruz del Sur.
Cada tanto entra un grillo a la casa y se deja.
Y se abren todas las puertas en verano para amigarse con el viento.
Los jardines tienen flores que no se roban.
Se duerme la siesta.
Y en el arroyo croan las ranas. Muchas. Como castañuelas desparejas.
5 comentarios:
Gracias Anita.Por pintarnos la ternura con la sencillez de lo profundamente humano.
Alvaro.
Muchas gracias Álvaro por tan lindas palabras!
Un beso grande.
Bonitas palabras para ilustrar esta entrada.
Saludos :)
qué lindo!!!
He llegado de casualidad y me he quedado dando vueltas en tus textos... No deja de sorprenderme la sencillez y naturalidad. Se agradece.
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